viernes, 9 de enero de 2009

LA HORA DE PIPO

Pregunta incómoda. ¿Tiene Gorosito el status adecuado para dirigir un equipo como River Plate?. La respuesta también es incómoda. Parece que no. Por lo menos sus antecedentes dicen esto. Mas allá del buen año que tuvo con Argentinos Juniors, el principal argumento para su llegada a Núñez ha sido su identificación desde siempre como hombre de la casa. Sus campañas (Lanús, Nueva Chicago, Rosario Central, San Lorenzo, salvo Argentinos claro está) concluyeron siempre con el "sin pena ni gloria".
¿Esto lo invalida para ocupar nuestro banquillo?. No, por supuesto. Es, tal vez, el tipo de entrenador que este plantel -y este momento del plantel- necesiten. Gorosito no es un técnico tradicional de River. Poco ego. No es Gallego, no es Passarella, ni Simeone, ni Ramón Díaz. Su perfil bajo lo relaciona vagamente con el Ingeniero Pellegrini. Pero este tampoco es un plantel tradicional de River. Sin mucho vuelo. Escaso de talento y figuras pesadas.
¿Cual es el objetivo de Pipo, entonces?. El campeonato, eso está claro. La Copa, no quedan dudas. Ganar, siempre ganar. En River no se puede pensar en otra cosa. De todos modos, lo ocurrido el año pasado, inconscientemente, pone algunas limitaciones en las expectativas. Los jugadores serán prácticamente los mismos. Los refuerzos, si llegan, no romperán los moles. Será labor del cuerpo técnico hallar el equipo lo mas rápido posible y dar batalla sin cuartel en los dos frentes, hasta donde se pueda.

Existe igualmente un ítem que su solución no puede demorarse un minuto mas. El de recuperar la personalidad histórica. La capacidad de amedrentar al adversario con solo el nombre y la camiseta. La vieja y querida estirpe millonaria, tan necesaria como baqueteada en los últimos tiempos. Y eso va mas allá de cualquier victoria o derrota.

Pipo Gorosito se llama Néstor Raúl. Es un homenaje de su padre al gran Pipo Rossi. Desde allí su vida está cruzada por la banda color sangre. Hizo las inferiores y debutó en primera en 1983. Ganó todo lo que se podía ganar en la era Veira y luego se fue a caminar el mundo, regalando muchos años de un fútbol exquisito.
Hoy vuelve. La historia le ha golpeado las puertas de su casa ofreciéndole un trabajo muy bravo pero que tiene una gran recompensa. Es de estampar su firma en las hojas de su libro. Es el desafío de su vida. Que la providencia de acompañe.

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